jueves, 29 de marzo de 2012

El ying, el yang, las palabras


Quizá estas líneas no cambien tu vida, ni mi propósito es tal. Concebir la idea de encaminarse por el sendero que conlleva afrontar la escritura en un blog, tan sólo la mera concepción de iniciarse en él, se antoja a todas luces una travesía peculiar, singular en cuanto al contexto actual en el que se cimenta la denominada red de redes, relacionada con esa absurda moda de escribir más bien poco, ni qué decir del tan manido tema de la restricción en ciento cuarenta caracteres para mensajes, eso sí, por lo menos tienen la gentileza de ofrecer al respetable veinte caracteres extra si se trata de una descripción que harán llamar biografía. Nunca sabes qué podrás conseguir con esos veinte caracteres que te brindan, de gratis. Los blogs están destinados al olvido si la presente tónica social sigue su curso.
Siempre, desde que tengo uso de razón, -esto es- hará dos o tres meses a lo sumo, he mantenido que los mejores escritos surgen de tus peores momentos anímicos, cuando estás hecho mierda, pero mierda de verdad. O de esos instantes en los que hasta Falete te parece atractivo, aunque en ese caso estás hecho mierda y muy borracho, pero como ejemplificación es totalmente válida. Sin embargo, a mí me gusta escribir cuando de una sencilla ecuación matemática hallamos en su postulado final que la equis ha dejado de ser la incógnita y se descubre como felicidad pura. Eso, siempre y cuando Falete haya dejado que se revele y no se la haya comido antes.
Podría terciar en medio de este pseudo prólogo lo que será mi blog a partir de ahora, que muchas son las posibles teorías por las que iniciarse en este mundo es evidente, la propia viene impulsada sencillamente por afán de equipararse con el joga y las altas esferas de la sociedad, o la joga y la de familia noble, como gustes en llamarlo, no pretendo ávido lector que entiendas estas referencias. En definitiva, desconozco si escribiré algo de provecho, digno de no ser depositado en las más y mejores limpias papeleras, no obstante, estoy seguro que algo habrá. Hasta que el cuerpo aguante.
Me gustan las sonrisas, si enseñas una eres bienvenido. En ocasiones, un tedioso volvamos a empezar es una salida para esta entrada que se queda a medias: El ying, el yang, las palabras.